Do what we need to be free...
Una noche que a partir del minuto X fue todo incertidumbre.
Cada parte de mi cuerpo se destrozaba en mil pedazos ardientes. Llamas alucinógenas que bailaban al compás de la música. No existía más que el dolor intenso y una voz insatisfecha promulgando despiadadas excusas para no frenar el sufrimiento.
El aire de madrugada golpeaba las ventanas ofreciendo salvación, pero esa desolada calle de barrio tucumano no nos dejaba huir.
Se oía a mi lado un desconsolado suspiro vacío.
Sentía la sangre caliente recorriendo mis venas, rogando salir, desparramarse en el tapizado y provocar un desastre digno de columna principal en algún diario de ciudad.
Sentía el dolor que producía ese primer encuentro, o el segundo, o tal vez algún número más grande y aterrador, pero que parecía el primero.
Desdichada la noche que tuvo que vernos en compañía de la más hermosa luna y el más espeluznante de los reflejos.
No existían lecciones ni vulgaridad, solo una agonía de muerte que provocaba reflexión. Desgraciada reflexión. Interminable reflexión. Innecesaria.
En tiempo paralelo yacía en su cama, inmóvil e inservible como una guitarra sin cuerdas postrada en la funda del mas cruel coleccionista.
Sus dedos agitaban las teclas, mezclando ideas insensatas y produciendo un escalofriante malestar que al pasar las horas fue disminuyendo, abriéndole paso a mi lado, para unirnos en el fuego de lo que alguna vez fuimos y debíamos volver a ser.
Otra vez incendio en mi piel.
Otra vez dolor inconmensurado.
Otra vez su voz, su aliento, sus manos. Pero ahora incomparable. Ya no tenía la seguridad de querer huir de ese escenario.
Una noche alienada de colores oscuros, intacta, intima, como los segundos en sus ojos.
Cada parte de mi cuerpo se destrozaba en mil pedazos ardientes. Llamas alucinógenas que bailaban al compás de la música. No existía más que el dolor intenso y una voz insatisfecha promulgando despiadadas excusas para no frenar el sufrimiento.
El aire de madrugada golpeaba las ventanas ofreciendo salvación, pero esa desolada calle de barrio tucumano no nos dejaba huir.
Se oía a mi lado un desconsolado suspiro vacío.
Sentía la sangre caliente recorriendo mis venas, rogando salir, desparramarse en el tapizado y provocar un desastre digno de columna principal en algún diario de ciudad.
Sentía el dolor que producía ese primer encuentro, o el segundo, o tal vez algún número más grande y aterrador, pero que parecía el primero.
Desdichada la noche que tuvo que vernos en compañía de la más hermosa luna y el más espeluznante de los reflejos.
No existían lecciones ni vulgaridad, solo una agonía de muerte que provocaba reflexión. Desgraciada reflexión. Interminable reflexión. Innecesaria.
En tiempo paralelo yacía en su cama, inmóvil e inservible como una guitarra sin cuerdas postrada en la funda del mas cruel coleccionista.
Sus dedos agitaban las teclas, mezclando ideas insensatas y produciendo un escalofriante malestar que al pasar las horas fue disminuyendo, abriéndole paso a mi lado, para unirnos en el fuego de lo que alguna vez fuimos y debíamos volver a ser.
Otra vez incendio en mi piel.
Otra vez dolor inconmensurado.
Otra vez su voz, su aliento, sus manos. Pero ahora incomparable. Ya no tenía la seguridad de querer huir de ese escenario.
Una noche alienada de colores oscuros, intacta, intima, como los segundos en sus ojos.
10 comentarios :
"Otra vez incendio en mi piel."
Nay, you got me.
Cheers!
"Ya no tenía la seguridad de querer huir de ese escenario". Esa, como muchas de las que describiste, es una sensación tan frecuente... Y muchas veces da miedo.
Besos!
Me ahogaste, nena. Muy lindo.
Y no puedo parar de admirar el diseño de tu blog. Simplemente me ENCANTA.
Abrazos!
Si te sirve de dato... yo quedé caliente.
Vezos...
Muy buena descripción, muy buen texto
que noche.
La verdad es que las madrugadas son engañosas y nos hacen reflexinar mas de lo que deberíamos.
saludos
waw...
emm como q sin palabras...
Vos sí que la pasas bien!
TODOS los que te firman son unos giles. TODOS. El 100%.
"Cuando yo te vi, en la lluvia me prometiste tu sangre..."
que bien escribis loca eh?
Buen texto, señorita desconocida Nay. Como buen macho cabrío que otrora fui, he de reconocer que, durante la lectora, pensé en un par de ocasiones: "¿Eso sienten ellas en ese momento?".
Si quieres, pasá por www.cerraeloyo.com.ar.
Puedes escribir a rmilla@cerraeloyo.com.ar si querés que te pongamos en el blogroll. Saludos!
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